Umbanda: origen, principios y espiritualidad transformadora

La Umbanda es una religión que surge de la fusión de creencias afrobrasileñas e indígenas, centrada en la sanación espiritual, la caridad y la elevación del alma. Esta religión, que continúa creciendo, destaca por la manifestación de espíritus guías como los caboclos (espíritus indígenas) y los pretos velhos (espíritus de esclavos africanos), quienes brindan consuelo y sabiduría a los practicantes.

En este artículo, exploramos el origen de la Umbanda, sus principios fundamentales y cómo esta tradición se sigue practicando hoy día en Brasil y en el resto del mundo.

El origen de la Umbanda: Fusión de espiritualidades

La Umbanda nació a finales del siglo XIX, como respuesta a la limitación del espiritismo kardecista, que no permitía la manifestación de ciertos espíritus. En 1908, Zélio Fernandino de Morais, un joven médium brasileño, fundó la primera tenda espírita en su casa, después de haber tenido una experiencia de curación inexplicable. Ese acto marcó el inicio formal de esta nueva religión.

En su casa, Zélio dio espacio a los espíritus caboclos y pretos velhos, considerados antes “atrasados” por el espiritismo tradicional. Estos espíritus, rechazados en otras prácticas espirituales, encontraron su lugar en la Umbanda, un culto que rápidamente comenzó a extenderse en Brasil y más allá.

Principios esenciales de la Umbanda: fe, esperanza y caridad

La Umbanda se basa en tres principios fundamentales: fe, esperanza y caridad. Estos valores guían las prácticas espirituales y son la columna vertebral de esta religión. El objetivo es que tanto médiums como fieles experimenten una elevación espiritual a través de la práctica mediúmnica.

Algunos de los principios doctrinales clave de la Umbanda incluyen:

  • Dios único y omnipotente, que es la fuerza que sostiene todo el universo.
  • La existencia de Orixás como energías universales que influyen en la naturaleza y el ser humano.
  • La creencia en la vida después de la muerte y en la reencarnación como un proceso continuo de evolución espiritual.

Los Orixás: guardianes de la naturaleza

Los Orixás son espíritus divinizados que representan fuerzas naturales, como el mar, los ríos, las montañas y el viento. Cada Orixá tiene un conjunto único de atributos y símbolos que se utilizan en los rituales de la Umbanda. Los seguidores de esta religión honran a los Orixás a través de ceremonias y ofrendas específicas.

Estos espíritus no solo representan aspectos de la naturaleza, sino también de la condición humana, como la justicia, la comunicación o la alegría. El sincretismo, una característica fundamental de la Umbanda, permitió que los Orixás fueran identificados con santos católicos durante la época colonial, cuando los africanos esclavizados intentaron ocultar sus creencias.

Axé: la energía espiritual en Umbanda

El Axé es la energía vital que fluye a través de todos los seres. En Umbanda, el Axé se transmite a los fieles durante los rituales, proporcionando sanación y protección espiritual. Los guías espirituales, como los caboclos y los pretos velhos, son los encargados de canalizar esta energía hacia los asistentes.

Cada entidad y Orixá en la Umbanda tiene su propia forma de Axé, que se utiliza para sanar, proteger y guiar espiritualmente a los participantes. El Axé no solo es transmitido durante las ceremonias, sino que también está presente en los elementos naturales, como hierbas, piedras y metales, que se cargan con esta energía en los rituales.

Espíritus guías: sabiduría ancestral para la sanación

Los espíritus guías en la Umbanda no se limitan a una sola etnia o cultura. Aunque algunos se presentan como caboclos (indígenas) o pretos velhos (africanos), su objetivo es brindar sabiduría y sanación a través de su experiencia espiritual. Estos espíritus adoptan diferentes formas para facilitar la comunicación con los fieles y guiar a cada persona en su camino hacia la evolución espiritual.

Cada espíritu tiene un papel específico: sanar enfermedades, resolver problemas emocionales y ofrecer protección. A través de la mediumnidad, los médiums permiten que estas entidades se manifiesten y entreguen su mensaje de esperanza y sanación.

Umbanda hoy: una tradición espiritual en crecimiento

Hoy en día, la Umbanda sigue evolucionando y se extiende más allá de Brasil, llegando a Argentina, Uruguay, Paraguay y muchos otros países. La práctica de la Umbanda sigue siendo un acto de fe y solidaridad, en el cual los participantes encuentran consuelo, apoyo espiritual y sanación a través de la energía de los Orixás y los espíritus guías.

Los templos de Umbanda son espacios sagrados donde las personas se reúnen para recibir orientación espiritual y participar en rituales de curación. Estos lugares siguen siendo un refugio para quienes buscan respuestas, sabiduría ancestral y una mayor conexión con el plano espiritual.


Mi primer encuentro con la Umbanda: una experiencia de sanación y transformación espiritual

Este relato es una experiencia profundamente transformadora que viví al entrar en contacto con la Umbanda, una práctica espiritual que marcó un antes y un después en mi vida. A través de este testimonio, comparto cómo este encuentro no solo me permitió sanar mi cuerpo, sino también iniciar un camino de crecimiento personal y espiritual. Es importante aclarar que esta experiencia es completamente personal y, bajo ningún concepto, pretendo sugerir que la práctica espiritual reemplaza o sustituye tratamientos médicos, terapias psicológicas ni ninguna otra forma de atención profesional. La medicina tradicional y el acompañamiento profesional siguen siendo esenciales en cualquier proceso de sanación, y mi relato se limita a describir una parte de mi camino interior, que complementa, pero no reemplaza, dichos enfoques.


El contexto de mi vida antes de la Umbanda

Desde joven, sufría de alergias que afectaban mis amígdalas, provocando inflamación y fiebre alta, lo que me obligaba a permanecer en reposo. Estas situaciones no solo interferían en mis estudios, sino también en mi vida social y recreativa. Mi salud se convirtió en una preocupación constante que, de alguna manera, limitaba mi capacidad para disfrutar de la vida cotidiana.

Fue durante una de esas crisis de salud cuando un compañero de colegio me habló por primera vez sobre las sesiones de Umbanda. Él me explicó que en esas ceremonias se ofrecía ayuda espiritual a quienes lo necesitaban, y me sugirió que acompañara a los asistentes a una de ellas. Aunque mi prioridad seguía siendo mi salud, mi curiosidad por saber más sobre esta práctica fue lo que me impulsó a aceptar la invitación.

El inicio de una experiencia espiritual única

Un día, a la hora indicada, nos dirigimos hacia el lugar donde se celebraban las ceremonias de Umbanda. A medida que nos acercábamos, sentí una mezcla de nerviosismo y expectativa. El lugar no era más que una sencilla habitación, con poca luz, y rodeada de una calma extraña. Al ingresar, noté que varias personas ya estaban allí esperando, en silencio, mientras el ambiente comenzaba a llenarse de sonidos suaves y cánticos en un idioma que no comprendía del todo.

En la sala contigua se podía escuchar a los médiums en trance, comunicándose con los guías espirituales. Los cantos y las invocaciones se alternaban con sonidos extraños, como zapateos, risas y otras manifestaciones que dejaban claro que algo muy especial estaba sucediendo. Hoy sé que esos ruidos eran señales de que los guías espirituales se estaban haciendo presentes, cada uno con características únicas y reconocibles por sus sonidos o gestos.

La purificación a través del humo: el rito de defumación

Después de un tiempo, la cortina que separaba las dos habitaciones se abrió, y una figura entró lentamente al espacio. Era un hombre vestido con ropas blancas y con una faja roja, portando en su mano un defumador humeante. Su presencia era cálida y tranquila, transmitiendo una paz inexplicable. Este ser espiritual comenzó a realizar el rito de defumación, en el que el humo del defumador rodeaba a cada uno de los presentes.

A pesar de lo extraño de la situación, sentí una profunda sensación de paz mientras el humo me envolvía. Cada inhalación parecía liberar mi mente y mi cuerpo de tensiones acumuladas. Este primer paso en la ceremonia, la defumación, tenía como objetivo purificar y preparar el cuerpo y la mente para la siguiente parte del proceso espiritual.

La atención espiritual: el pase energético

Una vez concluida la defumación, las personas comenzaron a entrar a la siguiente sala para recibir la atención espiritual. Al ingresar, me encontré con un espacio sencillo pero cargado de energía. En el centro, un altar con imágenes y símbolos representaba el vínculo entre los guías espirituales y los asistentes. Los médiums estaban en trance, y su presencia irradiaba calma y concentración.

Me dirigí hacia uno de los médiums, que, sin decir palabra, comenzó a darme un pase espiritual. Este pase consistía en la imposición de manos sobre mi cuerpo, y al principio sentí una ligera presión, seguida por una sensación cálida que me invadió de inmediato. Era como si una energía nueva fluyera a través de mí, aliviando el malestar físico que me había acompañado durante tanto tiempo.

A continuación, un segundo guía se acercó a mí. Esta vez, el pase fue más suave, casi etéreo, como si estuviera siendo tocado por el viento. La sensación era completamente diferente: una tranquilidad profunda que se apoderó de mí. Este nuevo guía, a través de gestos y palabras que no comprendí completamente, me mostró una energía renovadora que actuaba sobre mi ser.

La incorporación: la conexión con mi propio guía espiritual

Lo más impactante de todo ocurrió después de recibir la atención de los guías. Durante el pase, comencé a sentirme mareado, con el cuerpo pesado, y de repente, una sensación incontrolable de risa se apoderó de mí. Fue en ese momento cuando caí en un trance profundo, lo que permitió que mi propio guía espiritual se manifestara a través de mi cuerpo.

Al despertar, me encontré en un estado de completa paz y serenidad. Me sentía renovado, como si una carga invisible se hubiera levantado de mis hombros. Los síntomas de salud que me aquejaban durante tanto tiempo parecían haber desaparecido por completo. Fue en ese instante cuando entendí la profundidad de lo que había vivido: no solo se había sanado mi cuerpo, sino también mi alma.

Un camino nuevo por descubrir

Al terminar la sesión, el guía espiritual me habló sobre el proceso que acababa de vivir y me invitó a formar parte de la Umbanda. Aunque en ese momento no estaba seguro de qué decisión tomar, sentí que este sería el inicio de un camino de aprendizaje y crecimiento espiritual. Con el transcurrir del tiempo, noté que no solo había sanado mi salud, sino que también había experimentado una conexión profunda con una parte de mí que hasta entonces había estado oculta.

Hoy, como practicante y sacerdote de Umbanda, puedo decir que esa experiencia fue solo el comienzo de un proceso continuo de sanación y transformación personal. Cada día sigo aprendiendo y comprendiendo más sobre las fuerzas espirituales que me acompañan.

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